Antonio Brenes Domínguez, más de 40 años escribiendo la historia del colegio de un humilde barrio
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Si pasas sobre las 11 de la mañana por la Avenida de las Flores, lo verás venir de lejos. Espigado, con un chandal azul la mayoría de las veces y zapatillas de deportes. Lleva tantos años haciendo el mismo recorrido, que puede ir seguro con los ojos cerrados, desde su casa en la calle Corredera hasta el colegio Manuel Sánchez Alonso. Antonio Brenes Domínguez es el MAESTRO. Y ha hecho que la historia que comenzó hace más de 40 años en el nuevo colegio del Polígono, se escriba con letras mayúsculas.
Y no sólo por Radio Paz, que también, sino porque desde el principio los niños y niñas que llegaban a su centro, en el que ha dado clases y dirigido como proyecto personal, eran «su» alumnado, por los que tenía que pelear para conseguir todas las oportunidades que podía ofrecer la educación desde la misma época de la transición española hasta la actualidad. En cada curso quiso dar lo máximo, de manera que el Sánchez Alonso es referencia; recibió el premio «Cachiporrito» por parte del Ayuntamiento de Arahal cuando se celebraban 25 años del Carnaval en el centro y también el premio al Mérito Educativo por su proyecto de emisora escolar. Superación es la palabra que define su trabajo.
Fue en esta primera época cuando lo conocí. Profesor de Educación Física, junto con Rogelio Carmona, puso los cimientos para que todos concibieran su asignatura como básica para entender la responsabilidad, el esfuerzo, la táctica, la constancia. Creó en aquella época equipos de distintas disciplinas deportivas, pero recuerdo con claridad el de balonmano femenino. Con su trabajo dio alas a aquellas niñas que aún vivían en una época en la que el deporte no era valor educativo para las familias.
Antonio Brenes ha formado parte de un grupo de maestros que serán recordados como la esencia de la llegada de la verdadera democracia a las aulas y la igualdad, no sólo entre niños y niñas. Porque es, junto con otros compañeros, el que hizo posible que ese nuevo barrio, el Polígono Vereda Osuna, formado en un principio por familias llegadas de las últimas casas de vecinos y de las zonas más humildes del pueblo, tuviesen las mismas posibilidades de formación con proyectos ilusionantes. Trabajando mano a mano con las familias y peleando por cada mejora en el edificio, año a año.
Hombre religioso, familiar, cofrade. Es fácil verlo organizando cualquier acto religioso de la Parroquia Santa María Magdalena, coordinador de la Catequesis de Primera Comunión. Porque su vida es un recorrido por una historia cargada de fe. Ha sido también cabo tambor de la Agrupación Musical Santa María Magdalena, de los músicos más veteranos; pregonero de la Semana Santa de Arahal, costalero, ha pasado por todas las vivencias que supone pertenecer a una Hermandad, la suya, Sacramental de la Esperanza.
Hermandad que fue también la de su padre, Don José Brenes, y la de su madre, Doña Antonia Domíguez, regentes del famoso negocio de La Fama, una librería, mercería, perfumería. Tienda de las emblemáticas de la calle Cervantes, donde podías forrar botones, comprar los libros de textos de cada curso, el aceite para el pelo, la colonia Madera de Oriente, los primeros pantys. Detrás de un mostrador de madera, demasiado alto para los ojos de un niña, estaba a veces el joven Antonio, serio, con voz firme.
Está jubilado desde 2013, por horas disfrutando de sus nietos, Juan Francisco y Lola, sabiéndose querido y admirado, porque la vida, y bien lo sabe él, siempre te da la cara cuando menos te lo esperas e injustamente se llevó a una de sus mejores partes, su mujer Mari Peña. Aún recuerdo el día que en Radio Paz le prepararon, sin él saberlo, un programa especial por su jubilación. Allí estaba Mari, su hija Esther, su hermana Chelo, arropando a un hombre bueno que arrancó a llorar, sin querer, porque nada mejor para terminar una etapa que saber que existieron razones poderosas para pelear hasta el final.
Antonio Brenes Domínguez ha sembrado semillas de conocimiento e inquietudes en muchas generaciones, siempre desde el convencimiento de hacer el bien con las armas que Dios te da. Y él escogió las de la enseñanza, para que hoy contemos que el Sánchez Alonso llevará siempre su impronta.