Enrique Posaelas Almagro, una vida dedicada a la música
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Sale a media mañana de su casa situada en la calle Barriete, en una de las esquinas más transitadas de Arahal. Con pasos cortos pero seguros, y las manos metidas en los bolsillos, toma la calle Madre de Dios camino de la Plaza de la Corredera. Su paseo matutino lo lleva casi a diario a la imprenta Godino, la familia con la que lo une un vínculo especial. Y es que Enrique Posaelas Almagro es el único que queda de los músicos que formaron parte en su día de la primera Banda de Música Municipal que hubo en Arahal o de las tres orquestas que surgieron a partir de esa época: Arizonas, Sur y la mítica y popular de Los Tajara.

Tiene 83 años y una vida dedicada a la música que en su primera época lo ha llevado a recorrer pueblos de toda Andalucía y Extremadura con las tres orquestas mencionadas, de feria en feria, de local en local. Pero hay que ir años atrás para saber que fue con 12 años cuando su padre, Enrique Posaelas Medina, comenzó a enseñarles los primeros acordes, de solfeo y piano. Una tradición que se remonta a su abuelo, al que escuchaba tocar el piano desde cualquier estancia de su casa.

Cuando las inquietudes juveniles dieron paso a la búsqueda de familia, comenzó la segunda etapa de su vida profesional, dedicada a la docencia. Formó parte del equipo de 4 profesores que fundaron el Aula de Música de Arahal en 1981, de alcalde estaba Manuel Bravo. Ese fue el germen de la actual Escuela Municipal de Música por lo que Enrique Posaelas siguió abriendo camino al compás de notas que, además, sonaron durante 40 años en la Parroquia Santa María Magdalena, acompañando con el órgano a un coro, ensayando cada semana, religiosamente.

Don Enrique ha sido también profesor del Conservatorio Elemental de Música de Utrera, donde entró primero de interino para después obtener su plaza, el primer músico docente oficial de Arahal. Y allí siguió hasta 1999, año en el que se jubiló. Conserva algunas fotos de su vida musical que se han convertido en el único documento gráfico. Y recuerdos de su padre y su primera profesora que tuvo, Doña Hortensia, que llegaba a su casa de lunes a viernes para convertir la música en el centro de su vida.

 

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