Fernando González Mairena, heredero del amor fraternal y autodidacta por la fotografía
7
Cuando su padre comenzó a hacer fotos, él no era ni proyecto de vida. Pero años después, sabría que ninguna enciclopedia iba a ser suficiente para saciar sus ansias de saber sobre el mundo de la imagen. Es Fernando González Mairena (52 años). No sólo heredó la profesión de su progenitor, Manuel González, el de ‘Los Platos’, sino también sus andares, pasos cortos pero decididos, buscando su propio destino, cargado con la cámara y su constante pelea por ganarse la vida.
Fernando González es el mayor de 5 hermanos con todo lo que eso suponía hace medio siglo. Fue el primero en coger el testigo de la profesión de su padre, éste decidió ganarse la vida con una cámara en la mano mientras hacía el servicio militar en Ceuta. ‘Allí era fácil hacerse con estos equipos y empezó en el cuartel, la gente acabó encargándole fotos y acabó cobrando para poder hacer más’, dice. Pero el apodo de Manuel el de los Platos, es de antes, cuando vendía todo tipo de menaje, especialmente platos, en un puesto de la Plaza Vieja. Lo hizo durante 15 años y antes, cuenta el hijo, fue porquero. Lo que se conoce como un buscavidas, hasta el final.
Cuando a Fernando le dieron las vacaciones estivales con 12 años, su padre puso en sus manos una enciclopedia y le dijo: Aprende. Y lo que aprendió en esa enciclopedia, ampliado después en otra y en otra más, marcó su vida. ‘Siempre he sido autodidacta y en esta profesión tienes que estar constantemente reciclándote’, añade. Todo lo que aprendía lo practicaba en el laboratorio que tenía montado en su casa. El olor a líquido de revelar se le pegó en la piel para llenar sus recuerdos. Ahora está atento a nuevos programas, equipos con más prestaciones, actualidad en las técnicas. Es un no parar para saber más en el siguiente reportaje.
Tres componentes de esta familia se han dedicado a la fotografía o vídeo (además de Fernando, Manuel y José Miguel). Son los predecesores del primer fotógrafo con estudio abierto en Arahal. Seguro que muchas cajas, cajones o archivos personales guardan fotografías que le pertenecen, pero no se entretuvo en ordenar un archivo propio que hoy sería de los más completos de la provincia. ‘Mi padre era muy bueno como comercial, pero no guardaba las fotos ni las ordenaba’, cuenta Fernando. Y aún así consiguió crearse un nombre y suyas son imágenes históricas que se conservan en archivos privados o en las hemerotecas de los periódicos de la época. Por ejemplo, Manuel el de los Platos hizo las fotos de las galerías subterráneas del barrio del agua (el entorno de la calle Mina) que fue a visitar con el cronista oficial de la ciudad, Antonio Nieto.
Fernando es miembro de la Federación Española de Profesionales de la Fotografía e Imagen («FEPFI») y tiene su estudio en la calle Duque, rincón de referencia para la fotografía familiar desde hace décadas. Su hermano, Manuel González, se trasladó a otro estudio muy céntrico también. Ambos marcan tendencias en la fotografía, cada uno con un estilo, pero con la misma intención: hacer de la imagen algo más que un recuerdo, sobreviviendo con éxito a una época en la que se captura el instante del minuto, sin medir enfoques ni calidades. Pero aún así, establecen la línea de lo que jamás podrá hacer cualquiera con un móvil y ni siquiera con la mejor de las cámaras. Porque un fotógrafo no es el que mejor mira, sino el que mejor ve y capta lo que hay en el alma de los protagonistas de sus fotos.