La devoción al piano de Germán García González
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Cuando presenté la mayoría de edad de su tradicional concierto de marchas procesionales, la madre de Germán García González, María Luisa, me contó varias anécdotas para explicarme la importancia de la música en la vida de su hijo. Lo hizo tan emocionada, que lo vi caminar por la calle Duque de la mano de su padre, Francisco, dirección a las antiguas escuelas municipales, donde comenzó a aprender el significado del solfeo. Tenía apenas 8 años y mucho camino por delante

Fue de los primeros alumnos que asistió a ese Aula Municipal de Música, origen de la actual Escuela donde ha sido también profesor. Después de más de 20 años, su extensa carrera musical cuenta con 18 composiciones propias y tiene en la calle dos discos (Mi Esperanza y La Pasión al piano). Cuando llega la Cuaresma, la Pasión dirige sus pasos. Y se convierte en el Maestro al piano que acompaña cualquier acto al que lo inviten, no sólo en Arahal, sino en Sevilla o cualquier otro lugar de Andalucía.

Porque el pianista arahalense estaba predestinado. En su familia ha vivido desde pequeño la fe en el mundo de las hermandades y cofradías con todo lo que supone. Por eso, conforme se acerca la Cuaresma, el año empieza para él a tener sentido. Liturgias, olor a incienso, túnicas recién planchadas, zapatos cómodos, final de ensayos, conciertos o acompañamiento musical de actos. Y, por medio, la vida, con su trabajo de profesor en el CEIP Miguel Rueda de Paradas, los paseos con su hija Cecilia, vuelta a los ensayos y concentración para hacer composiciones que se convierten en el recuerdo colectivo de Semana Santa para aquellos que siguen al Cristo de la Esperanza, al de la Misericordia, al de la Hiniesta a San Antonio…

Ya queda menos para el Viernes de Dolores, para la preparación de pasos, para las escapadas a Sevilla, volviendo a lugares de la niñez o juventud, repitiendo el camino para que Cecilia pueda seguir sus pasos, si finalmente lo decide. Una pequeña, morena de ojos grandes que sonríe con timidez pero que ya fue capaz de subirse a un escenario para tocar ‘Dios de Esperanza’ acompañada de su padre. Un momento único y emocionante, pero sobre todo, inolvidable, del que fui testigo y cuyo vídeo guardo para cuando la memoria sea esquiva.

Germán García González es, ante todo, de la Hermandad Sacramental de la Esperanza y de la de San Antonio porque su vida la marcó cada estación de penitencia que hizo de la mano de su familia. Su madre contaba que realizaba el sonido de los tambores cuando apenas era un bebé. Por eso su trayectoria va cumpliendo etapas. En estos días vuelve a vivir una de ellas, compartiendo su alma entre dos pueblos, Arahal y Paradas, donde ya se nota su estela.

La devoción corre por sus venas al son de una marcha procesional. Y no hay cansancio que supere esta fe. A partir del próximo 18 de marzo empezará la cuenta atrás para otro reto que tiene por delante en 2019: ser pregonero de la Semana Santa de Arahal.

Entonces, seguro que pregonará cada recuerdo, cada revirá o chicotá, cada lágrima de emoción, cada inspiración para componer, porque tiene todo de su parte para hacernos sentir cuál es el camino de su devoción.

 

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