Luciano Marín Gallego, el director que marcó el camino de muchos ‘hombres y mujeres de bien’
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Luciano Marín Gallego es el director. Título con el que lo han nombrado miles de niños y niñas de Arahal. Imaginen, 34 años al frente del CEIP El Ruedo. Casi se puede asegurar que es la persona que más años ha estado en un cargo similar en Arahal. Era imposible imaginar el centro sin su altiva presencia. Quienes lo conocimos, y fuimos muchos, nos resulta fácil imaginarlo a pie de la red de voleibol en el patio exterior, realizando indicaciones a sus niños. Porque fue el que puso nombre a este deporte en Arahal, nombre y lugar en lo alto de las categoría regionales y nacionales.

‘Estuve dando clases cinco años antes de ser director’, cuenta. Su clara mirada se ilumina al recordar esa época y al ver como ha pasado el tiempo y cientos de niños, ya adultos y con hijos y nietos, lo saludan con cariño por la calle. Muchas caras y nombres y los recuerda a casi todos. Algunos tan especiales como ese curso de Segundo de EGB en el que estaba el mismo autor de las fotografías de esta página, Claudio Ramírez, un joven espigado ‘siempre fue muy tranquilo’. Quién le iba a decir que ahora sería modelo para este proyecto de Retratos.

Pero Claudio no fue el único. Y en este momento mira hacia arriba, con ese gesto en el que zarandeamos la memoria, y en retahíla pronuncia sus nombres: ‘Pepe Núñez, José Antonio Martínez (Carriles), José Manuel Catalán, Juan Sánchez, Rafael Portillo Brenes’, no sabe ya si se le olvida alguno porque los años no pasan en balde. Aquel grupo de niños especiales a los que metía en su 1.500 para viajar por toda Andalucía en busca del próximo partido. ‘Recuerdo que siempre paraba en el Bar Pavía de Alcalá de Guadaíra, eran buenos niños y se han convertido todos en hombres de bien’.

Pero no sólo consiguió triunfos deportivos y poner las bases de un Club que hizo historia en este deporte, logró algo igual o más importante. Porque cuando él llegó al Ruedo, el franquismo daba los últimos coletazos y este centro era el que nunca tenía oportunidades frente a otro considerado de élite, San Roque. Aquí venían los niños de los barrios entonces más humildes. Y peleó por ellos, asistiendo a cada reunión, poniendo todo su ser en que se convirtiera en un centro de igualdad de oportunidades, con actividades que le dieran ser, conocimientos, valores. ‘Teníamos que estar en todas las decisiones que se tomaban sobre la educación en Arahal’, cuenta. En definitiva, convirtió su colegio en un espacio para niños y niñas arahalenses que iban a cambiar la sociedad dividida que entonces existía.

Todo junto a una asociación de padres (entonces se llamaba así, con el genérico) que pidiendo y trabajando consiguieron montar nada menos que un Pabellón Polideportivo Cubierto, el primero que hubo en Arahal, para sus entrenamientos del voleibol en invierno. ‘Se construyó con el dinero que venía para el antiguo PER, pero las familias también ayudaron, haciendo mezcla o lo que viniera bien. Antonio ‘Guaique’, un vecino del barrio se enorgullecía de haber hecho los cimientos de ese Pabellón’.

Porque Luciano es El Ruedo. Es su gente. Y a poco que quieras recordar, lo ves saliendo de la dirección, recién tocado el timbre, y, en un momento, hacer un barrido del patio del colegio, desde la atalaya de su altura, para acto seguido lanzar un silbido que paralizaba al grupo de alumnos que iniciaba una pelea o a otro que intentaba subirse a algún lugar peligroso. Para ellos será siempre Don Luciano, con la mayúscula del respecto y la admiración.

 

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