Lo primero que recuerdo al pensar en Antonio es en ese niño ágil y un poco regordete, enfundado en un traje de flamenco, con su fajín rojo y la cara de circunstancia de los artistas….seguro que no os lo imagináis ganando concursos bailando sevillanas. Este chaval de cara redonda no abandonaría en cierto modo esta faceta de su desarrollo y sigue buscando en el arte un camino de expresión que marcará el resto de su vida.
Sus cromosomas ya traían trazas que facilitaron este camino. Su padre, vinculado al flamenco y la pintura, y anteriormente a él, un abuelo que tuvo la osadía de montar un estudio fotográfico en la difícil época de la posguerra, pionero del que aún se ve la firma Calle en los recuerdos y la historia de su pueblo. Marchena.
Hoy día conserva el mismo semblante de ese niño de carita redonda, una expresión seria y socarrona al mismo tiempo, que esconde un alma tímida que deja que su trabajo fotográfico de la cara por él, hable por él, y le permite decir al mundo… “aquí estoy yo”.
Crece en un pueblo aferrado a sus tradiciones y va cubriendo paso a paso las metas dentro de la Fe Cofrade, dejándose crecer la barba debajo de unas trabajaderas. Su hermandad, pasión que compite año tras año con su otra pasión, la de reflejar en imágenes su Semana Santa, marcando siempre su sello personal en su obra, que destaca en un bosque fotográfico cada vez más saturado.
Hoy día hablar de fotografía en Marchena es hablar de Antonio Calle. Ha habido un claro antes y un después desde que comienza su labor docente en este campo en La Escuela de Las Artes “ Alfonso Fraile”. Darle un impulso a la fotografía no solo desde el terreno de la técnica, sino transmitiendo la idea de la imagen fotográfica desde un punto de vista diferente y nuevo. Educando “el ojo” de sus alumnos, algo que se ve año tras año en sus exposiciones.
Posteriormente desde el terreno empresarial revoluciona la idea del reportaje fotográfico. Su trabajo y el de su equipo es una de las cosas más esperadas en las bodas después del traje de la novia. Cada proyecto es un nuevo reto que entusiasma a los protagonistas, sabiendo darle a cada uno ese sabor especial que lo haga único y personal. Tanto es así que parece que dan ganas de volver a casarse y disfrutar de esta magia.
Lo mejor es que este niño aún sigue creciendo y buscando nuevas aventuras, una mente que no para de crear, que comparte sus sueños, que contagia y va dejando rastro. Un artista que va formando alumnos y haciendo amigos en su camino.
Muchas gracias maestro, muchas gracias compañero. Siempre estaremos cerca, siempre compartiremos un “Click”.