Remedios Ramírez Gamboa, la ‘conseguidora-productora’ de Radio Paz
9
Para conocer de verdad como es Remedios Ramírez Gamboa, sólo tienes que pedirle un favor. Y si ese favor está relacionado con algún tema de salud, no dudes ni por un segundo de que lo conseguirá. Lleva más de 30 años trabajando en el sistema de salud andaluz y ha pasado por tantos departamentos que conoce hasta los sótanos de su funcionamiento. Y a muchos de esos doctores que tienen en sus manos a diario la vida de personas de todos los ámbitos sociales. Porque, como ella diría, ‘que no se te olvide que lo más importante que tenemos es la salud’.
La llamo ‘la conseguidora’ y no es para menos. Y no escarmienta, porque los palos recibidos por aquellas personas que olvidaron pronto lo que hizo por ellas, le han servido para reafirmarse en que, por encima del agradecimiento y otras cuestiones, está su conciencia. Buen hacer que heredó de su madre, al igual que la sonrisa en sus ojos. Virginia fue guía y camino para ella, aún la recuerdo con bata azul recorriendo los pasillos del Centro de Salud de Arahal, entonces ambulatorio, hablando aquí y allí de la vida y sus menesteres.
Llegó al mundo para ser diplomática. Atesora más información que un juez y la va suministrando con cuentagotas. Por eso a veces le salen sin querer juicios anticipados y, oye, los clava, aunque nadie es consciente de este acierto hasta que el tiempo no ha pasado. Tiene la sabiduría de la edad multiplicada por dos, debido a los genes.
Ama por encima de todas las cosas sus recuerdos familiares, la tradición que su padre dejó a su hermano: ‘el último zapatero que queda en Arahal’, dice. Se crió en el barrio del agua, calle Mina, en una casa más larga que ancha, con la cocina y el corral al final, y un pozo. Su camino era entonces de la Plaza Vieja a Corredera, porque allí, donde hoy hay una tienda de zapatos, vivían sus abuelos maternos. Si cierro los ojos, aún puedo ver esa casa de vecinos y seguro que ella también, y a quienes vivían en ella.
Es hermana por tradición de la Misericordia porque la Plaza del Santo Cristo forma parte de su piel. Y cada Jueves Santo llega a la iglesia, donde se reúne con parte de su familia, amigos y conocidos de toda la vida. Deja atrás a su Pedro, el más pequeño de la familia que ha heredado los ojos rajados de la familia Ramírez y que ahora toca en la Santa María Magdalena. Un músico que cierra el círculo de la fe. Sabe que el Señor de Arahal la ha bendecido con la sabiduría que da la humanidad, la comprensión y la empatía.
Siempre cuenta las historias oídas o vividas con añoranza y una excelente memoria, principalmente para lo bueno. Lo malo se queda en uno de los cuartos del corazón, tal como los nombraba García Márquez en ‘El amor en los tiempos del cólera’. Pero estos pequeños habitáculos están cerrados, no conviene volver sobre lo que nada aporta a su presente y al de su familia.
Reme es sobre todo buena persona, observadora, capaz de organizar un Congreso de las Naciones Unidas en medio del desierto. Y lo demuestra en todo lo que participa. Sin duda, durante años, su punto débil ha sido Radio Paz, ese proyecto de emisora escolar que ha visto nacer y crecer. Buena parte de las fotos, dedicatorias y entrevistas de personajes famosos que han llegado al colegio Manuel Sánchez Alonso, ha sido gracias a sus gestiones. Ya lo decía el director del centro apesadumbrado, Antonio Rodríguez, ‘el día que se vaya Reme, no sé que vamos a hacer’.
Pero ella no acaba de irse porque son muchos los recuerdos que la atan a ese centro. Por eso sigue haciendo gestiones y echando una mano cada vez que tiene que preparar la entrevista de algunos de los personajes que traen a la radio escolar. Y haciendo de ‘conseguidora-productora’ de esta emisora, volví a entrar en contacto con ella y me dio la posibilidad de conocer al Modesto periodista, el que después fuera pregonero.
Ahora sé que, en los pueblos, la infancia nunca se queda atrás del todo y, cuando menos te lo esperas, te asalta de nuevo. Ella guarda recuerdos sobre aquellos años que yo no era consciente haber vivido. Y mirar con sus ojos es siempre hacerlo con el corazón abierto a la esperanza.
Para poner fin a este perfil sólo me queda pedir un deseo: ‘que tenga pellizco’ porque es lo que ella diría y desearía.